Un día de estos estaba leyendo internet tranquilamente hasta que (como siempre) hubo algo que me interrumpió. Una pregunta. No era la primera vez que la había visto pero hasta ese momento no me había parado a meditarla en profundidad: ¿Cuál es tu jefe favorito de Dark Souls?
Mi respuesta más inmediata siempre suele ser Molinete. No sé, me gusta en general, la batalla es totalmente distinta a la de cualquier otro jefe del juego y su nombre es gracioso. Luego si ya me pongo en serio me acuerdo de Ornstein y Smough o Gwyn. También me acuerdo de lo mucho que odio a Quelaag, pero ese no es el tema que quiero tratar ahora. Pensar estas cosas acabó derivando en pensar cuál era mi momento favorito de Dark Souls en general. Y por alguna razón, aunque esta fuera una pregunta algo más complicada, mentiría si dijera que estuve media hora pensando en una respuesta.
Creo que solo fueron 10 o 15 segundos para darme cuenta de que ese momento eran los créditos del juego.
Sep. De este juego de 60 horas el recuerdo que conservo con más cariño/respeto según lo quieras ver es el final. Ni siquiera eso, es lo que viene después del final ¿Pero por qué? En realidad es bastante sencillo, pero antes tengo que explicar qué tipo de obra es la de From Software.
Todos sabemos que Dark Souls es díficil. Algunos dirán que es exigente, un reto, como quieras llamarlo. Pero podemos estar de acuerdo en que jugar estos juegos no es ni un paseo por el campo ni cuestionarte si acabarás el juego antes de morir. Poco a poco irás progresando lo cuál se irá reflejando lentamente en tu mente. Ahora derrotar a un caballero negro es mucho más asequible y no solo porque tengas un par de niveles más. Has ido interiorizando las mecánicas de juego y has aprendido algo. Te están aportando algo que antes no conocías.
También tiene algo que ver el tiempo que has pasado. No soy un experto en el tema y esto se basa más en mi experiencia personal que en un asiduo estudio científico (Lo máximo que os puedo ofrecer es este vídeo donde se trata nuestra conexión con personajes ficticios y alguna que otra cosa) . Yo diría que cuando algo dura una cantidad considerable de tiempo, los seres humanos acaban creando una especie de apego a este. Será que se siente como si tanto tú cómo los personajes de la obra habéis crecido a la vez o lleváis mucho tiempo “juntos”. No lo vas a olvidar tan fácilmente. (Obviamente esto es una generalización, un juego de 3 horas te puede marcar mientras que uno al que le pongas 50 se te olvida a veces que lo has jugado).
Por último, alguien podría decir que los dos últimos aspectos se encuentran en un montón de videojuegos y es cierto. Aunque Dark Souls curiosamente tiene un aura más melancólica que de aventura y epicidad. Solo hay música en las batallas contra bosses. No hay muchos humanos en Lordran y todos los demás son monstruos o huecos hostiles lo cual genera una sensación de soledad. Me gusta como siempre que terminas una batalla no suena una melodía de fanfarria. Simplemente un “¡Victoria!”. Venga, calienta que sales ya mismito (y celébralo con un emote o algo si quieres, tampoco es que haya prisa).
Entonces, llegas al final, y saques el final que saques, empieza a sonar Nameless Song. La fanfarria que da colofón a Dark Souls. No tiene mucho más, es simplemente una canción (una bastante bonita y satisfactoria después de tantas batallas sin el juego dándote algún tipo de feedback) sonando mientras los nombres de las personas que te han brindado esa experiencia van bajando. Pero entonces volvemos a la misma pregunta del principio: ¿Por qué?
Cuando los jugadores ven los títulos finales no están mirando las letras o el fondo negro, sino lo que hay detrás. Piensan en la experiencia que han tenido. La melodía, la letra, los sonidos, el tono, la vocalización. Todas las piezas que el jugador ha experimentado en el juego llegan a su fin, y eso queda grabado en su corazón.
- Hideo Kojima
Tal y como dice mi padre, obviamente el hecho de ver unos créditos no es lo que me emociona. En el caso de Dark Souls, es que el juego me ha tocado y Nameless Song solo me hace pensar en lo alucinante que ha sido la experiencia (durante gran parte del tiempo) y que me apene por saber que no voy a experimentar algo parecido en mucho tiempo. Es un bonito recuerdo que me llevo para cuando meses o años después, piense en el juego y recuerde esos momentos.
Y no hay mucho más que pueda comentar. Podría sacar a relucir otras secuencias de créditos que me gustan mucho como la de God Hand, ICO o los Metal Gear pero sería alargar porque sí y creo que con el ejemplo de Dark Souls se entiende. Básicamente me gusta mucho cuando una obra aprovecha hasta el último segundo para hacerte sentir cosas.
La cita de Kojima la he sacado de este artículo.