Lo más interesante que he jugado en 2023

Philia
9 min readDec 31, 2023

Normalmente cuando hago estas listas incluyo 4 o 5 juegos que para mí representan lo mejor o lo más destacable que he jugado ese año. Son juegos especiales y que sé que voy a recordar con el pasar del tiempo. Pero este año no sé qué ha pasado que solo hay 1 juego que realmente piense que pueda tener esa descripción. Supongo que mi interés se ha ido a otras cosas o simplemente no ha habido suerte de encontrar más obras que me cambien la vida.

Pero aún así, tengo ganas de hablar de juegos que he jugado por primera vez este año, incluso si esta vez no tengo tanto que decir.

Ya sabéis las reglas. Cualquier juego de cualquier año que haya jugado por primera vez este año. Los juegos de 2023 que más me apena no haber terminado son la visual novel de Sonic y Bomb Rush Cyberfunk.

Mis menciones honoríficas son Ico, Resident Evil 4 (2005) y El Conde Lucanor. Especialmente los 2 primeros son juegos que siguen teniendo muchísimo valor hoy en día.

Hi-Fi Rush

Me hubiera gustado usar alguna captura del combate, pero estaba demasiado ocupado disfrutando de cada golpe

Lo hicieron. Cumplieron la fantasía de mi yo de chaval que ponía Smells Like Teen Spirit mientras jugaba a Smash Bros esperando que de alguna forma, los beats de la canción se sincronizasen con los golpes.

Se siente como un juego de PS2 moderno que no busca ser el pionero de nada, simplemente que tengas una experiencia agradable y guay a partes iguales. El combate es sencillo pero efectivo, el arte es fantástico y no le puedo decir que no a un juego con un medidor de estilo. Los momentos de música licenciada con Prodigy o The Joy Formidable son de los más memorables que he tenido este año y diría que el juego en general respira mucho carisma.

Si me tengo que quedar con juegos que hayan salido en 2023, Hi-Fi Rush probablemente sea mi Goty. No por ser el mejor, sino porque es un ejemplo a seguir que demuestra que aún hay caminos por recorrer en ciertos géneros.

Wario

Cualquiera sabe que Wario mola mazo. Pero, ¿Quién sabe lo que podría estar pensando en estos momentos?

Wario es un personaje bastante interesante. Es la antítesis de Mario, un señor antipático, egoísta, avaricioso, gruñón y capaz de decir que no a la monarquía por más dinero. Es un hombre idealista, y la verdad es que no me cae mal.

No tiene una, sino dos sagas propias y cada una es interesante a su manera. Para la locura que es Pizza Tower, me sorprende que su mayor inspiración (Wario Land 4) sea un juego bastante chill. No siento que los niveles tengan un tema definido y eso significa que mientras sea entretenido moverse por ellos, la creatividad del diseño es lo que importa.

WarioWare por otra parte es la definición de menos es más. Sorprende la consistencia que tienen todas las entregas de sorprender con los variados usos y situaciones que puedes sacar de 3 botones, la pantalla táctil o controles por movimiento. Incluso aunque los amigos de Wario tengan personalidades planas, siempre me gusta ver qué estarán haciendo esta vez y cada uno es totalmente distinto al anterior. Es un juego que no debería funcionar tan bien como lo hace, pero lo consigue. Quizá porque no intenta alargarse de forma artificial y centra sus recursos en que esas 3 horas que te dura sean interesantes.

Y aunque haya jugado más microjuegos que plataformeros de Wario, este puesto es para ambos porque el personaje en general me resulta fascinante, y me recuerda que Nintendo ha tocado muchos géneros. Quizá 2024 es el año de probar Pikmin u otras sagas que siempre han estado ahí pero nunca me han llamado particularmente la atención.

Proteus

En un mundo donde cada vez todo tiene que ir más rápido y ser más inmediato, llega Proteus con la propuesta más aburrida de la historia: No hacer nada. O eso es lo que parece a simple vista.

Aunque cuando lo terminas eres consciente de que todo el viaje tiene que tener un significado más profundo, para mí fue suficiente que el juego tuviera una atmósfera muy tranquila. Simplemente exploras una isla minimalista con música minimalista y aprecias el paisaje a tu alrededor. Incluso si no sirve para nada, hay un botón para sentarse como muestra de que en la vida real, también podrías querer sentarte a apreciar la naturaleza que tienes delante.

Creo que eso es lo único que hace falta a veces. Algo contemplativo para desconectar sin un significado más allá del que cada uno le quiera dar.

Street Fighter III: 3rd Strike

La verdad es que no sé mucho sobre juegos de lucha. Siempre estoy abierto a una partida de Tekken o Guilty Gear pero el único juego del género donde me siento competente es Smash Bros.

Third Strike entra en ese grupo donde no sé jugar muy bien, pero es lo suficientemente entendible como para no abrumarme. Aunque esa no es la razón por la que está en esta lista. Como dirían los jóvenes, este juego va duro. Cada píxel destila estilo. Cada personaje se ve guapo incluso si no recuerdo como se llama. Cada frame de animación se ve increíblemente fluído para un juego del 99.

Y la banda sonora se une a ese grupo de videojuegos formado por Ape Escape o Ridge Racer que incluye tonadas de Drum and Bass o Acid Jazz (juro que sé lo que significan esas palabras) muy decentes y que he estado tarareando a lo largo del año. Vamos, basta con decir que me interesé por el juego tras escuchar el tema de Ibuki en youtube.

Quizá más que gustarme, Third Strike es un juego que respeto. Se siente como la culminación de la saga hasta ese punto y quizá el año que viene me anime a querer aprender a jugar más. Pero hasta ese momento, me quedo con que es un videojuego con mucho estilo.

Sonic Adventure 2

Fuente

Sonic Adventure 2 es la definición de un juego imperfecto. Sus principales problemas son los controles que no están del todo pulidos y ciertas ideas de diseño que aunque suenan bien en papel, pueden desembocar en frustración cuando te pones a los mandos. Los niveles de Tails son el infierno en la tierra y no quiero volver a pasarme media hora explorando la pirámide en busca de fragmentos de la esmeralda.

Adventure 2 es un juego imperfecto y sin embargo, es de los pocos donde me he animado a repetir los niveles intentando mejorar mis tiempos.

Cada segundo de gameplay consiste en tomar una decisión sobre qué ruta tomar o reaccionar a lo que ves. Poco a poco dejas de recorrer los niveles torpemente y eres capaz de saltar una sección o realizar una serie de movimientos que molan. Esto hace que rejugar los niveles de Sonic y Shadow sea un placer y algo que seguiré haciendo de vez en cuando.

Además que cuanto más pasa el tiempo, más fácil es apreciar toda la estética y estilo de la Dreamcast y los años 2000. Mola bastante que las canciones de cada personaje estén asignadas a un género musical distinto. Sonic tiene rock puro y sus letras van de vivir sin preocupaciones, Shadow añade electrónica realzando que es un ser creado de forma artificial y los temas de Rouge son Jazz con bastante percusión. No sé lo que significa, pero sus canciones probablemente son mis favoritas del juego.

Es uno de los títulos del erizo con más personalidad que he jugado hasta el momento y de los que tienen las ideas más claras sobre lo que quieren ser. No quita que en algunos puntos está poco pulido, pero es fácil ver por qué es un juego tan icónico y recordado.

Lumines

World of silence, creepin sightless time…

Nadie hace videojuegos como Tetsuya Miziguchi. Casi todos los juegos que ha diseñado tienen un gameplay fácil de comprender, pero difícil de dominar y un cuidadísimo apartado audiovisual.

Son juegos atmosféricos que respiran una pureza capaz de abrumar y encandilar. En Lumines empiezas una partida, comienza a sonar una canción y conforme vas poniendo los bloques, distintos efectos de sonido se reproducirán y la canción avanzará. Al mismo tiempo irás viendo pequeñas animaciones en el fondo y poco a poco entrarás en un trance. Solo existes tú, los bloques y la canción que esté sonando en ese momento. Es básicamente como si Tetris tuviera un primo más guapo.

Es otro juego para estar de chill y creo que las palabras o incluso un vídeo son insuficientes para describir lo que se puede llegar a sentir jugando este juego. La inmersión llega al punto de que en la versión de Switch, los Joy-cons pueden vibrar al ritmo de la música, lo cual probablemente sea el mejor uso que ha tenido esa vibración desde que salió la consola. Si os gustó Tetris Effect, no veo por qué no os puede gustar Lumines.

Higurashi When They Cry: Onikakushi y Watanagashi

Higurashi me enseñó lo que es el miedo.

Las primeras horas sirven para establecer un tono. Se hace lento, pero cuando llegas a la mitad ocurre un giro y ya no hay vuelta atrás. Esa seguridad que sentías con las bromas y el slice of life de instituto se transforma en paranoia por no saber qué pasará. Es el miedo que siente el protagonista al no tener el control de la situación. Nunca sabes realmente si puedes confiar en un personaje o no, y eso hace que la tensión se sienta en todo momento.

Este giro no pretende ser un “Ajá, todo lo que has visto hasta ahora era una fachada y lo de ahora es verdad”. Aunque se introduzcan elementos de terror, Higurashi es más un drama que otra cosa. Y te importa lo que pasa porque te has encariñado de los personajes aunque sea un poco. Y entonces surgen las preguntas. ¿Realmente **** es así? ¿Qué demonios pasa en este pueblo? Y lo más importante:

¿Quién ganará el próximo concurso de cocina?

Puede que Higurashi sea el juego más difícil del que comentar cosas ya que su condición de visual novel con misterio y terror hace que casi cualquier cosa que diga pueda ser considerado spoiler. Pero tengo que hacerlo, ya que los dos capítulos y medio que he leído son indudablemente mi experiencia videojueguil favorita del año.

Como he dicho antes, esta historia no es un solo género y maneja muy bien el equilibrio entre la tensión y la comedia. Efectivamente me he encariñado con los personajes (Rika my beloved), he soñado con este universo e incluso hubo un punto de la historia que me hizo reflexionar sobre mí mismo. Llevaba un tiempo pensando en decirle algo a alguien, y tras leer uno de los capítulos me animé a hacerlo cuanto antes. Si eso no es que una obra te marque, entonces no sé qué lo es.

Es una de esas historias que desde que terminé el primer capítulo supe que quería llegar hasta el final. Así que no tengo ni idea de qué voy a jugar el año que viene, pero seguir con Higurashi está asegurado. Quién sabe, quizá Keiichi y sus amigas se cuelan de nuevo en la lista del año que viene…

Al final echo la vista atrás y me doy cuenta de que 2023 ha sido el año de pensar en videojuegos más que jugarlos. Ha sido el año que más inspirado me he sentido para escribir, Mathewmatosis me ha hecho replantearme la existencia y hasta he subido una review en vídeo que si no has visto, es porque es más una prueba de concepto que algo que quiera enseñar a todo el mundo.

Quién sabe lo que nos deparará 2024. El calendario de lanzamientos parece algo tranquilo (a excepción de Bloodborne Kart) y en lo personal, lo único que quiero hacer es dejar de ser un falso fan de Azumanga Daioh y ver la serie de una vez. Entre otras cosas. Díficil es saber que ocurrirá, pero lo que si sé, es que seguiré pensando en videojuegos e intentando aportar algo interesante.

Feliz año y gracias a todos los que habéis hecho de 2023 un año sencillo pero bonito y memorable :)

--

--

Philia

Aprendiendo a escribir y pensar sobre videojuegos. twitter: @distarche